¿Hablar mal de quien?
Por Pepe Beltrán desde Sagua la Grande.
Hablamos mal del gobierno de Sagua la Grande, del de Cuba; nó de nuestra querida y sufrida Villa del Undoso como nos dicen algunos esbirros y esbirritos en sus correos electrónicos tratando de hacernos pelear con mamá. La pelea es con los destructores no con la destruída, si ella está enferma es porque este virus la invadió hace ya 51 años y esto hay que denunciarlo, hay que reportarlo, como lo haces con tu abuela, madre, o hijo cuando los maltratan. Malditos son los que callan la verdad y Miserables los que la disfrazan.
Ella mira y me sonríe porque sabe que la quiero, y así moribunda y cabizbaja la quiero mucho más.
Acaso hablar bien de Sagua es embaucar al lector internacional con el fraude de potencia médica, escolar y económica. No tienes que irte a barrios marginales para mostrar la pobreza en que vivimos, vete al mismo centro de la Villa, entra a tu casa, mira la mía. No te cojas el problema para tí pérfido vecino, eres como la fea del baile que protesta cuando le hablamos a otra.
Execrable es nuestra prensa que lleva 51 años sobrecumpliendo las metas y el imaginario excedente nunca se vé por ninguna parte; los sobrecumplimientos provocan evolución y nuestra Sagua lo que ha hecho es retroceder a la prehistoria, no a la República ni a la Colonia cuando era tacita de plata según Mañach y Alcover.
La miseria y el churre nos esta devorando, a pesar de las “metas sobrecumplidas”, “los planes futuros” y el pan y circo ocasional. Se mueren hasta los jóvenes de infartos.
En ocaciones salta un adlátere y sensura mi crítica “a Sagua” ; ¿ A Sagua de qué, so guataca?, ¿Acaso tu jefe se llama Sagua; acaso tu Rey se llama Cuba?
Yo no hablo mal de Sagua, las que hablan mal son sus propias fotos:
Por Pepe Beltrán desde Sagua la Grande.
Hablamos mal del gobierno de Sagua la Grande, del de Cuba; nó de nuestra querida y sufrida Villa del Undoso como nos dicen algunos esbirros y esbirritos en sus correos electrónicos tratando de hacernos pelear con mamá. La pelea es con los destructores no con la destruída, si ella está enferma es porque este virus la invadió hace ya 51 años y esto hay que denunciarlo, hay que reportarlo, como lo haces con tu abuela, madre, o hijo cuando los maltratan. Malditos son los que callan la verdad y Miserables los que la disfrazan.
Ella mira y me sonríe porque sabe que la quiero, y así moribunda y cabizbaja la quiero mucho más.
Acaso hablar bien de Sagua es embaucar al lector internacional con el fraude de potencia médica, escolar y económica. No tienes que irte a barrios marginales para mostrar la pobreza en que vivimos, vete al mismo centro de la Villa, entra a tu casa, mira la mía. No te cojas el problema para tí pérfido vecino, eres como la fea del baile que protesta cuando le hablamos a otra.
Execrable es nuestra prensa que lleva 51 años sobrecumpliendo las metas y el imaginario excedente nunca se vé por ninguna parte; los sobrecumplimientos provocan evolución y nuestra Sagua lo que ha hecho es retroceder a la prehistoria, no a la República ni a la Colonia cuando era tacita de plata según Mañach y Alcover.
La miseria y el churre nos esta devorando, a pesar de las “metas sobrecumplidas”, “los planes futuros” y el pan y circo ocasional. Se mueren hasta los jóvenes de infartos.
En ocaciones salta un adlátere y sensura mi crítica “a Sagua” ; ¿ A Sagua de qué, so guataca?, ¿Acaso tu jefe se llama Sagua; acaso tu Rey se llama Cuba?
Yo no hablo mal de Sagua, las que hablan mal son sus propias fotos:
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