Por José Beltrán
Durante finales del siglo XIX y hasta mediados del XX Sagua La Grande fue una potencia ferroviaría y centenares de vagones para trenes de todo tipo existían y llegaban por el puerto de Isabela de Sagua anualmente.
Todos relucían en belleza e impresionaban en calidad; se les daba mantenimiento diario siendo muy difícil su deterioro; pero a partir de 1959 todo cambió y el orgullo sagüero comenzó a declinar. Ya no se les daba el mantenimiento de antaño, los recursos comenzaban a escacear, se desmantelaban partes de los vagones para ser utilizados en otras industrias, la pintura ya no entraba a Isabela, incluso ni desde la misma Unión Soviética. Fue así como 49 años después, todo lo que ha quedado es un basural de vagones, planchas portacontenedores, casillas destinadas al trasiego de alimentos, tanques para el traslado de aceite comestible o combustible y silos portadores de cemento, los cuales ahora se están reparando para su “reuso” por parte de la Fundición 9 de Abril (antigua MacFarlane).
Es insólito que tengamos que revivir vagones del siglo 19 para poder operar en el siglo 21, pero esos fantasmas de la época del Conde Moré están siendo la salvación de la casi desaparecida industria.
“Jorge Imbert Mora, jefe técnico del Nueve de Abril, informó que actualmente continúa la labor de recuperación iniciada en el 2005, cuando quedó listo más de medio millar de vagones, después de varios años afectados por la falta de recursos, que impidieron un mantenimiento programado. Se han recuperado 118 vagones ferroviarios, de enero a marzo últimos en el taller Nueve de Abril, de Sagua la Grande”.
Solo nos queda esperar y rogar porque todos esos ancianos rejuvenecidos tengan una máquina que los pueda poner a trabajar como lo hacían aquellas legendarias locomotoras “Sagua” y “Cifuentes” hace 150 años, en 1858. No es mucho pedir, creemos…
!que vergüenza!...